He visto algunos montajes de Martín Acosta: Yo también quiero mi profeta, Electra Despierta y Ricardo III; generalmente sus puestas son montajes lúdicos, con grandes y potentes imágenes y siempre hay desnudos. En lo personal opino que los desnudos rompen la ficción y que no hay razón alguna para desnudar a un actor en escena que no pueda lograrse a través de otros medios.
El problema principal que detecté es, acordé a lo que vi, a la variedad de estilos actorales. Una de las actrices estaba en completamente en estilo fársico, otro actor estaba en farsa también pero el estilo se desdibujaba a menudo. Otro actor estaba en realismo y la otra actriz estaba en comedia.
Otra carencia del montaje -que detecto muy frecuentemente-, y supongo que es un problema universal en el teatro, es la falta de verdad en la actuación. Por lo general los actores recurren a los gritos para llenar artificialmente lo que debía desbordarse por actuación, pero también sustituyen esta última con estallidos de energía; patalean, pisan fuerte, se sacuden.. y eso ocurre regularmente en este montaje. Supongo que este problema es lo más difícil de arreglar, por eso Stanislavski, Brook y muchos otros enfocan su quehacer teatral en este asunto particular.
El problema principal que detecté es, acordé a lo que vi, a la variedad de estilos actorales. Una de las actrices estaba en completamente en estilo fársico, otro actor estaba en farsa también pero el estilo se desdibujaba a menudo. Otro actor estaba en realismo y la otra actriz estaba en comedia.
Otra carencia del montaje -que detecto muy frecuentemente-, y supongo que es un problema universal en el teatro, es la falta de verdad en la actuación. Por lo general los actores recurren a los gritos para llenar artificialmente lo que debía desbordarse por actuación, pero también sustituyen esta última con estallidos de energía; patalean, pisan fuerte, se sacuden.. y eso ocurre regularmente en este montaje. Supongo que este problema es lo más difícil de arreglar, por eso Stanislavski, Brook y muchos otros enfocan su quehacer teatral en este asunto particular.
Algo que me gustó de la propuesta del texto y del montaje fue que la exploración del tema llega hasta sus ultimas consecuencias: las relaciones que Leopold establece con los otros personajes inician como relaciones amorosas, de atracción mutua y evolucionan hasta convertirse en relaciones de amo - esclavo. La puesta refleja, a veces de manera burlona y a veces de manera violenta, la sumisión que en una pareja suele adoptar uno de los miembros, y en ese sentido me parece una propuesta valiosa. Creo que decir lo que comunmente no se dice también es asunto del teatro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario