sábado, 29 de enero de 2011

El inicio. (29enero11)


Mi conciencia aparece a su antojo, o aparece cuando la provocan, o cuando está lista para la provocación. Un día, hace unos años, me provocaron:

"En el mundo contemporáneo coexisten dos almas, las de la revolución y las de la decadencia. Sólo la presencia de la primera confiere a un poema, un cuadro o un tema el valor de arte nuevo. No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae más que una nueva técnica. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de técnica. La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo también. Si no, lo único que cambia es el decorado. Y una revolución artística no se contenta
de conquistas formales. La distinción entre las dos categorías coetáneas de artistas no es fácil. La decadencia y la revolución, así como coexisten en el mismo mundo, coexisten también en los mismos individuos. La conciencia del artista es el circo agonal de una lucha entre los dos espíritus. 
La comprensión de esta lucha, a veces, casi siempre, escapa al propio artista. Pero finalmente uno de los dos espíritus prevalece. El otro queda  estrangulado en la arena. 
La decadencia de la civilización se refleja en la atomización, en la disolución de su arte. El arte, en esta crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial. Cada uno de sus principios, cada uno de sus elementos ha reivindicado su autonomía. Secesión es su término más característico. Las tendencias se multiplican hasta lo infinito porque no operan sino fuerzas centrífugas. El sentido revolucionario de las tendencias contemporáneas no está en la creación de una técnica nueva. No está tampoco en la destrucción de la técnica vieja. Está en el repudio, en el desahucio.
El artista contemporáneo, en algunos de los casos, lleva vacía el alma."
...
Tomado de aquí.

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